Nos quejamos a veces por el tamaño, y así eran las primeras bombas de insulina. |
7 de octubre 2019
Desde que uso una bomba de insulina mi calidad de vida ha mejorado bastante y mi manejo de la diabetes con mejores resultados, eso es indudable. Aunque fue una decisión tardía elegir este tratamiento porque me cuestionaba el tema de usar un aparato adherido a mi cuerpo las 24 horas y que fuera visible.
Y esa es una pregunta frecuente que nos hacemos al pensar en usar un dispositivo como las bomba de insulina: ¿serán incómodas?
Mi respuesta sincera es: A veces.
Suelo llevar mi bomba de insulina en la pretina o bolsillo de mi pantalón, y algunas veces en el sostén. Pero no siempre es cómodo o hay días que definitivamente no me puedo acoplar a ésta.
Por ejemplo cuando uso vestido, una opción es en el sostén pero según el tipo de vestido es muy protuberante, sólo resta usar un accesorio como los velcros en la pierna. Otras veces cuando no tengo bolsillos en el pantalón o llevo cinturón. Cuando se quiere llevar la blusa por fuera pero no es lo suficientemente amplia para dejar por debajo el dispositivo. También cuando hace calor y uno se quiere liberar de todo lo que se lleva encima.
Y en cuanto a la cánula puede arder cuando pasa la insulina, o dejar morados al retirarlos, o notarse debajo de la ropa, o despegarse con algún movimiento. El cable también puede quedar expuesto y enredarse en alguna puerta.
Son temas que pueden parecer estéticos, pero estar cómodo con la bomba de insulina es importante para la adherencia al tratamiento. No es un dispositivo médico que tengamos la opción de quitarnos cuando nos antoje, debe ser llevado las 24 horas.
Cada persona se acopla diferente a los diferentes tratamientos y se las ingenia para adaptarse mejor a éstas, las personas con diabetes somos recursivas, así que no hay excusa para abandonar los diversos tratamientos.
Yo sigo dichosa con mi pantera rosa, mi bomba de insulina.
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