Ir a cine debería ser una experiencia fascinante. Ver esa película en pantalla
gigante cuyo trailer nos ha dejado expectantes.
Cuando se está en un cinema nos deslumbramos con los carteles de las películas
y ese ambiente hollywoodense, hasta que nos topamos con un cartel que no es muy
amigable y menos para quienes tenemos diabetes: NO INGRESAR ALIMENTOS NI
BEBIDAS.
Esto puede convertirse en una de las peores experiencias protagonizada
por una política que está por encima de la salud, que no sólo afecta a las
personas con alguna enfermedad. Obligan a los espectadores que quieren comer algo
mientras disfrutan la película a consumir productos que no son sanos, llenos de
salsas, sodio, carbohidratos, azúcar y grasas que son considerados alimentos “basura”
a precios exorbitantes que superan incluso el valor de la entrada a la película
(no cabe duda cuál es el verdadero negocio).
Para quienes tenemos diabetes ninguna de las ofertas son una opción
saludable para nuestra enfermedad y no podemos sacrificar nuestro tratamiento
por una entrada a cine donde sólo importan las políticas.
¿A quién no le han revisado el bolso al ingresar al cine? Ah pero no es
por seguridad, es sólo para ver si llevas comida.
Si ves el bolso de una persona con diabetes seguro encontrarás algo de
comer. Esto, porque en caso de una hipoglucemia necesitamos tener a mano algún
alimentos azucarado y si vamos a cine no queremos tener una hiperglucemia en la
mitad de la película. Así que posiblemente llevaremos algo de comer que esté en
concordancia con nuestro tratamiento. Y creo, también tenemos el derecho de
comer en el cine sin ser discriminados.
Pero, eso no le importa a los cinemas, les importa sus políticas. Tenemos
el caso reciente de un niño de 9 años con diabetes tipo 1 a quien se le negó la
entrada de su comida por políticas internas, este caso lo cuenta su propia mamá:
Obviamos el nombre de la madre para guardar su privacidad
En la educación diabetológica se le inculca al paciente que su condición
no lo limitará, pero ¿qué pensará este niño acerca de eso cuando siente a su
corta edad una discriminación por su condición?
Pero obviamente la política es inamovible, la única solución que da
Cinemark Colombia, quien fue el personaje malvado de la película de
terror de este niño, fue esta:
¿Qué van a incluir? ¿Hot dogs light, palomitas light, chocolatinas sin azúcar, o lo que
creen ustedes que son alimentos para diabéticos a precios también
incalculables? ¿Y si llega una persona con celiaquía? ¿Saben por lo menos de
que se tratan estas enfermedades? Lo dudo.
Me parece que junto a las políticas tan inhumanamente inamovibles,
debería primar el respeto por las condiciones de las personas, y capacitar un
grupo de trabajo que sea capaz de atender las necesidades especificas de los
espectadores y ser consientes que las políticas deben tener excepciones.
Personalmente también me ha pasado, aunque no soy partidaria de comer en
cine, siempre llevo algo de comer en mi bolso, y así no lo consuma dentro del
cine, intentan desprenderme de lo que me puede salvar la vida o por lo menos
evitarme una emergencia.
Sepan señores de Cinemark Colombia, Cine Colombia, Procinal, Cinépolis,
o cualquier cinema del país que no atentaremos contra nuestra salud por sus
políticas y tampoco dejaremos de ver nuestra película favorita.