A propósito de la reciente aparición del blog en la RevistaPlayBoy de México, en su artículo “Sinsabores de una vida Agridulce”, creo que no soy diabética, o tal vez mi cuerpo y mente no se han percatado de ello.
Cuando leo artículos, veo fotos o escucho rumores sobre el tema de la diabetes ya sea por los medios de comunicación, charlas “educativas”, o de primera mano de especialistas, me niego a dejarme convencer que por tener diabetes estoy destinada a terminar con una sola pierna, en diálisis, con gafas oscuras y un bastón, y por último tener que “escuchar” en mi propio funeral comentarios de lastima por mi existencia con la diabetes, esos mismos que tenemos que soportar mientras vivimos y preguntarme: “Será que perdí mi tiempo con tratar de hacerlos entender que la diabetes no mata, lo hace la ignorancia”. (Y tal vez luego les hale las patas o me les aparezca, para que nunca olviden el mensaje)
Y es que nuestros representantes siempre han sido aquellos que han tenido que padecer algunas de las complicaciones por un mal manejo de la diabetes, ya sea porque no recibieron educación diabetológica o tuvieron que vivir en una época donde la diabetes no tenía un tratamiento eficaz, o porque simplemente se negaron a aceptar su responsabilidad, también aquellos que no han logrado superar el diagnostico y quienes se dan moral victimizándose.
Es innegable que todos hemos pasado por depresiones, tristezas, hiperglucemias e hipoglucemias sorprendentes que han llevado a muchos a despertar en un hospital, tentaciones que no podemos rechazar, y momentos donde nos gustaría tirar la toalla.
Pero ese lado oscuro de la diabetes opaca el esfuerzo de quienes aceptamos tener una enfermedad de por vida, y aún así no sentirnos enfermos, de quienes no apoyamos comentarios degradando a las personas con diabetes o no agachamos la cabeza para ocultarnos, de quienes nos independizamos y podemos tomar el control de nuestra condición, de quienes estamos dispuestos a cometer errores para seguir aprendiendo.
La diabetes también es bella, a su manera, porque no está en los controles médicos, ni en las dietas, ni la necesidad de inyectarse insulina, ni en el automonitoreo, sino en cada persona con diabetes, que decide como quiere verse con esta.
Así que creo que tiene que llegar un punto en el que es momento de madurar con esto de la diabetes, cambiar el tono de la comunicación, cambiar la imagen que se tiene de las personas diabéticas y de la propia enfermedad, porque así como vamos seguirán aumentando las estadísticas de diagnosticados, habrán más diabéticos con autoestima baja, y más salas de urgencias llenas de comas diabéticos.
Dedicado en especial a los medios de comunicación y entidades médicas.