Nutella y Carolina
Si cuando digo que tengo diabetes los ojos de sorpresa invaden a quien
lo escucha imagínense cuando digo que tenia una gata diabética.
Todo comenzó en mi estadía temporal de 3 años en Buenos Aires y mi amor
por los gatos.
Uno de los lugares imperdibles de la ciudad es el Jardín Botánico y no
sólo para los amantes de las plantas sino de los gatos. Un lugar que parece un
paraíso gatuno pero donde en realidad se entremezcla la naturaleza malvada del
ser humano y su indiferencia que se refleja en los ojos azul y verdes de cada
gato que ha sido abandonado.
Extrañando a Simona (mi primera gatita) que fue mi gran apoyo emocional
desde mi diagnostico con diabetes en el 2004 y a quien tuve que dejar en Bogotá
por cuestiones logísticas y su propio bienestar y buscando la forma de aportar
mi granito de arena para ayudar a los gatitos del Botánico, me uní a Asociación
Civil Gatos del Botánico, un grupo de voluntarios que se encargan de cuidar a
estos felinos y tratar de darles un hogar digno, (en facebook “Hacé feliz a ungato”).
Comencé con la tarea de hacer recorridas en el parque y alimentando a
los gatos, para luego pasar al área de comunicación y de tránsito. Ésta última
tarea se trata de acoger a gatitos que requieran un cuidado especial y no
puedan permanecer por su condición en el parque. Cuatros fueron los gatos que
tuve en mi casa temporal: primero llegó la “La Artista”; luego “Eddie”, un
gatito ciego; siguió “Naomi” y por último “Nutella”, cada uno con sus
necesidades, su temperamento, belleza y ese encanto que enamoraron a quienes los
adoptaron para darles ese calor y amor de hogar que merecían.
Aunque el objetivo es darlos en adopción, el amor y apego que se siente
por cada uno es indescriptible. Después de cuidarlos, y curarles alguna
enfermedad están listos para irse a sus nuevos hogares, pero el dolor de su
partida es tan fuerte como la alegría de saber que encontraron un corazón que
alivie la huella del abandono.
Nutella, una dulzura
Con Nutella empezamos un vínculo especial. Cuando llegó a casa me hizo
recordar a mi Simona por el color de su pelaje. Y su ternura me conquistó
inmediatamente, una nobleza que no le arrebato el abandono ni algunos achaques
en su salud.
A todos los gatos se les realizan exámenes para verificar su condición
médica, a Nutella se le tuvo que realizar varios y algunos resultados por
suerte sólo requerían antibiótico, pero uno en especial marcaría nuestro
destino juntas para siempre.
Desde que empecé con el blog y a relacionarme con personas con diabetes
nunca pensé toparme con un gato diabético aunque sabía que también podían tener
esta condición. Pero cuando tuve en mis manos el resultado de glucemia había
llegado el momento. Superando los 300 mg/dL en su sangre que confirmaban la alteración
en su glucosa comenzó nuestra dulce historia.
Sentí la misma tristeza que me embargo al conocer mi propio diagnostico,
sólo que esta vez sabía en cierto modo de qué se trataba.
Primeros pasos
Después de procesar la noticia, venia el primer paso: Medir con el
glucómetro su glucemia. ¿Cómo y en qué parte de su cuerpo se le mide el azúcar
a un gato? Con técnica, sin miedo y en sus orejas.
Después de varios intentos fallidos me dirigí a la herramienta que me ha
ayudado a informarme desde que tengo diabetes: Google.
“Medir la glucemia a un gato”,
con esta búsqueda y sus variaciones me topé con este video explicativo que en forma clara y explícita me ayudó a lograr sacar esa gota de sangre y ponerla
en la tirilla. Como Nutella era más nerviosa y no tan tranquila como el gato
del video, busqué la forma que no se me escabullera y la ubicaba en el
lavamanos del baño (por si le sirve el dato a alguien).
Con el mismo glucómetro que uso para mi control, pero usando una lanceta
especial para ella (mejor solo usar la lanceta sin el dispositivo de punción,
ya que el “clic” los puede asustar) logramos el primer resultado: 450 mg/dL. ¡Uf!
la ilusión que todo fuera un error, esa misma que ya había sentido cuando medía
mis primeras glucemias, se desvanecía.
El segundo paso fue aprender sobre la diabetes en gatos. Me enteré que
un gato tiene el metabolismo más rápido, el rango en un gato sin diabetes es de
80 a 120 mg/dL, no tienen las mismas enzimas digestivas que el humano, que pueden
tener diabetes tipo 1 o 2, y también tienen hipoglucemias.
Así que empezamos con alimento para gatos diabéticos, así que nos
cambiamos al Royal Canin DIABETIC y con un tratamiento con Metformina para
gatos (sí, ¡¡hay para gatos!!) por indicaciones del veterinario y la experiencia
de otra de las voluntarias con Tony, el gordo: el gato diabético.
Durante dos semanas le suministre las pastillas por la mañana y la
noche, con aumento en la dosis pero sin resultado. Sus glucemias seguían por
las nubes.
Decidimos entonces tratar con insulina, pero la idea inicial era darle
una de origen porcina. Entre mis investigaciones encontré que la insulina humana basal Lantus
era eficaz en gatos, permitiendo incluso la remisión de su diabetes, pero la
única desventaja era su alto costo y se desperdiciaba ya que el gato requiere
muy pocas unidades. Pero esto último no era una desventaja para mí, yo usaba Lantus
para mi tratamiento, así que también podíamos compartirla.
De aquí en adelante el trabajo era entre Nutella y yo (así como es
difícil encontrar un profesional experto en diabetes para humanos, mucho más
para gatos). Gracias a mi conocimiento del tema, y la práctica que me han dado
los años con diabetes me dedique a administrarle y ajustar las dosis de
insulina para lograr estabilizar sus glucemias.
Con el mismo nerviosismo de mi primera inyección de insulina empezamos
con 0,6 unidades en la mañana (después de ver varios videos de “cómo inyectar
un gato”). Usando una tabla de anotaciones, documenté todas sus glucemias,
alimentación y dosis.
Después de ensayo/error, llegamos a 1 y media en la mañana y la noche,
aunque a veces según el resultado de su glucemia la omitía, aumentaba o disminuía.
Mi felicidad empezó cuando ya no eran 400, sino 300 mg/dL, 200 mg/dL, 100 mg/dL,
incluso alguna vez estaba en 32 mg/dL, tan baja que me asusté y me dispuse a
darle con una jeringa agua con azúcar por la boca (auxiliarla como una
hipoglucemia en humanos).
Con sus glucemias disminuyendo, y en un rango aceptable (no superaban
los 250 mg/dL) para evitar hipoglucemias decidí no administrarle más insulina,
pero si monitorearla para evitar una subida significativa y seguir con su
alimento especial. Para mi sorpresa, los días posteriores sus glucemias seguían
perfectas, habíamos logrado la remisión. Nutella estaba feliz, saltaba, jugaba, era una gatita feliz.
Para esta etapa ya había decidido adoptarla. El lazo que formamos con
esta experiencia nos hacía inseparables.
Casi año y medio vivimos juntas en Buenos Aires, pero llegó el momento
de regresar a Bogotá.
Con el pasaje en mano, me percaté que la aerolínea LAN no permitía el
vuelo en cabina de mascotas, a excepción de perros de asistencia y animales de
soporte emocional, pero desafortunadamente los gatos no entraban en esa
categoría y me negaron su traslado en cabina.
Nutella en ese momento era mi apoyo emocional y yo era su protectora.
Así que no había posibilidad de dejarla sola en una bodega de avión con su
condición. Por lo que inicié una petición online en la plataforma Change.or, la
cual en menos de 24 horas alcanzó unas 2.500 firmas.
Inmediatamente una representante de servicio al cliente se comunicó
conmigo para permitirme el vuelo con Nutella en cabina. Era otra victoria que
ganábamos.
Con mil cosas de por medio, llegamos seguras a Bogotá.
Nutella fue operada al poco tiempo de un cáncer de mama, la cirugía
alteró un poco su glucemia pero se recuperó como la luchadora que era. Semanas
después hizo metástasis en sus pulmones y antes de aplicarle la eutanasia peleó
hasta el final y dio su último respiro.
Nutella se me había ido al arcoiris, pero dejando una huella inmensa en
mi vida y en el corazón de todas las personas que conocieron su historia.
¿Por qué a mí? Es la pregunta que nos hacemos quienes somos
diagnosticados con diabetes. Yo ya tengo mi respuesta: Para cuidar en su
momento a Nutella.
Nutella partió la madrugada del 31 de mayo del 2014 y tres meses después
puedo escribir sobre ella. Espero este relato sirva para que alguna vez se
animen a adoptar un animal abandonado, y que no lo rechacen si tiene laguna
condición especial. Y si tienen diabetes, que siempre hay alguna razón para las
cosas que nos pasan, o por lo menos buscarla y hacerla especial.
¡Gracias a todos los que nos apoyaron!
¡Ya podemos viajar con nuestras mascotas en cabina con LAN! Revisen las condiciones con la aerolínea.
ACTUALIZACIÓN
¡Ya podemos viajar con nuestras mascotas en cabina con LAN! Revisen las condiciones con la aerolínea.
Fuentes: