No somos figuras de Lego |
El secuestro en Colombia es uno de los flagelos que hemos tenido que soportar quienes vivimos en este hermoso país, seamos nacionales o no, desde que las desalmadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezaron a usar esta técnica para obtener recursos económicos y así mantener sus filas, al tiempo que son patrocinados por su mayor negocio, la comercialización de la droga, y entreteniéndose con su mayor hobbie, los ataques a sangre fría de pueblos inocentes atreviéndose a autodenominarse “ejercito del pueblo”. Este puede ser de carácter político o económico, y aunque los afortunados logren la libertad o por lo menos seguir en cautiverio pero con vida, perdón con signos vitales (ya que estar en esa situación no es vida), la huella que deja esta experiencia es permanente.
Recuerdo una época donde no se podía viajar por las carreteras, por las llamadas “pescas milagrosas” que consistían en ubicar retenes fantasma llenos de guerrilleros o sólo salir al paso de quienes iban campantes en sus carros. Imaginemos que nos pasa teniendo una condición crónica como la diabetes, pensando como sobrevivir en la selva, sin refrigerador para la insulina o peor sin la insulina, sin tirillas, sin algo azucarado para actuar ante una hipoglucemia, etc.
Esto exactamente fue lo que le sucedió a Joaquin (cambiamos su nombre por seguridad), con diabetes tipo 1 . Esta es su historia:
"Mi nombre es Joaquin, tengo 44 años y diabetes tipo 1 hace 15 años, me dió a los 29 años, con los típicos síntomas de todos nosotros, sed, orinadera, perdida de peso, en fin, acudí al laboratorio médico un 24 de diciembre presionado por mi madre, a quien no se le hacia normal lo que me sucedía, obvio, tenia diabetes…
Aprendí a vivir con la enfermedad, con control múltiple de insulina, es decir, me chequeo entre 8 y 10 veces diarias y me inyecto las veces que sean necesarias para corregir los niveles de glicemia en la sangre, pero mi tratamiento es básicamente con humalog y NPH en la noche y las mañanas.
En el año 1996, casi un año después de mi diagnóstico, me tocó viajar a un puerto en el pacífico colombiano por cuestiones de trabajo, salía madrugado y regresaba en la noche, como lo hacía mas o menos unas 4 veces al año.
Era un Martes 26 de Junio de 1996, me levanté a las 6am, espere a un compañero de trabajo en mi casa, y salimos al puerto, los dos con la intención de regresar esa misma tarde para estar llegando a la ciudad mas o menos a las 6pm. Como siempre llevaba conmigo mis útiles laborales y mi glucómetro así como la insulina Cristalina (en esa época no había humalog), todo en un maletín (portafolio).
Nos fuimos oyendo música en el carro y conversando con mi amigo, y mas o menos después de hora y media de trayecto, casi llegando al puerto, vimos como salían de la montaña a nuestra derecha, unas personas corriendo, vestidos de militares como pidiendo ayuda, fue una sorpresa para nosotros, y lo único que atinamos a hacer fue agacharnos dentro del carro y acelerar, finalmente nada pasó. Al llegar al puerto, llamé a mi padre y le comenté lo sucedido, a él no le gusto el asunto y me recomendó salir mas temprano de regreso, “ por si las moscas…” pues axial lo hicimos.
Laboramos normalmente hasta la 1pm, e inmediatamente cogimos carretera y almorzamos en un restaurante a la orilla del camino. Cuando veníamos pasando por el lugar donde habíamos visto a los “soldados” esa mañana, mi amigo y yo, a manera de chiste veníamos diciendo: “ míralos ahí están….jajajajaj” etc. etc. “ por donde fue que salieron exactamente, sería por aquí, por allá” me acuerdo que veníamos oyendo aquella canción de Joan Manuel Serrat que dice "CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR", cuando súbitamente, nos topamos con los mismos soldados en la carretera quienes nos hicieron señal de parar, era un retén……
-¿Quién es el dueño del carro?- preguntaron, obviamente respondí: Yo. Me dijeron: Entonces suba por esa carreterita hacia la izquierda, esto es un secuestro. Yo les dije , pero señores soy diabético y no traje la insulina NPH de la noche, me dijeron eso no importa, allá en el campamento tenemos de todo, hasta médicos……Me toco caminar delante de 8 guerrilleros de las FARC fuertemente armados durante 6 horas , con un solo descanso a la mitad del camino, me cheque el azúcar en ese momento y la tenia en 52 mg/dL, me entró un ataque de pánico porque no tenía dulce, sin embargo ellos me dieron una mandarina y con eso medio subí un poco el azúcar para seguir caminando.
Cuando llegamos al campamento, 6 o 7 horas mas tarde, me dijeron, descanse….me quedé dormido en una hamaca, al filo de un precipicio con una carpita pequeña que me protegía de la lluvia. Dos horas más tarde, bajó un guerrillero que se presentó como el comandante y me dijo: Esto es un secuestro económico, si su familia paga sale con vida, por favor llame a su casa (desde mi celular que me lo habían retenido ellos). Le dije que tenia diabetes que necesitaba medicamento, lancetas, tiras reactivas, etc..., y me dijo que se las pidiera a mi familia, que ellos al día siguiente la recogían, y así fue. Llamé dije que era un secuestro, ellos ya sabían porque mi amigo se había regresado en mi carro y había llevado la mala nueva a mi familia.
Ante la incertidumbre de la falta de insulina y tiras reactivas decidí, la noche del secuestro, ahorrar tiras y utilizar poca insulina ya que no sabía hasta cuando tendría que esperar. Gracias a Dios al otro día al atardecer, ya tenia un maletín lleno de lo necesario para el manejo de mi enfermedad, que había enviado mi familia a los guerrilleros, no sé como, porque no me enteraba de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Me preocupaban 3 cosas básicamente en ese momento: una hipoglicemia, perder la vida y un ataque del ejercito para tratar de rescatarme.
En el mes que estuve secuestrado, prácticamente inmóvil, lo pase acostado en una hamaca las 24 horas del día, sin recibir la luz del sol, comiendo 2 y algunas pocas veces 3 veces al día, comida de guerrillero: arroz con todo, yo la llamaba la dieta del arroz, con lentejas, con sardinas, con frijoles, etc. etc. Al final ya me gustaba el sabor quemado del arroz en estufa de petróleo y el tinto en la mañana me encantaba, era verdadero tinto colombiano, sin azúcar obviamente…me dieron unas 4 hipoglucemias en la madrugada, tipo 3 o 4 am, las cuales combatía con unas “ cocadas” que había comprado en el camino y que tenia en mi maletín…el glucómetro que llevaba se convirtió en mi mejor amigo, junto con el radio transistor que me enviaron con la insulina (que por fortuna soportó las altas temperaturas del ambiente) y las demás cosas, el glucómetro me servia de reloj, de espejo y de confidente, le hablaba todo el día contándole lo que sentía a cada momento, no se que hubiera hecho sin mi glucómetro…..
Los guerrilleros se portaron en general de manera amable, si se puede decir, que el hecho que lo retengan a uno en contra de su voluntad pueda tener algo de amable, pero el trato era cordial, muy poco hablaban, solo se limitaban a lo necesario. Finalmente, un DIA cualquiera, más o menos un mes después, me levantaron a las 5am y me dijeron: alístese que nos vamos, su familia pago, y así fue, salí de aquella selva, con mi maletín de trabajo y mi glucómetro..."
Esto exactamente fue lo que le sucedió a Joaquin (cambiamos su nombre por seguridad), con diabetes tipo 1 . Esta es su historia:
"Mi nombre es Joaquin, tengo 44 años y diabetes tipo 1 hace 15 años, me dió a los 29 años, con los típicos síntomas de todos nosotros, sed, orinadera, perdida de peso, en fin, acudí al laboratorio médico un 24 de diciembre presionado por mi madre, a quien no se le hacia normal lo que me sucedía, obvio, tenia diabetes…
Aprendí a vivir con la enfermedad, con control múltiple de insulina, es decir, me chequeo entre 8 y 10 veces diarias y me inyecto las veces que sean necesarias para corregir los niveles de glicemia en la sangre, pero mi tratamiento es básicamente con humalog y NPH en la noche y las mañanas.
En el año 1996, casi un año después de mi diagnóstico, me tocó viajar a un puerto en el pacífico colombiano por cuestiones de trabajo, salía madrugado y regresaba en la noche, como lo hacía mas o menos unas 4 veces al año.
Era un Martes 26 de Junio de 1996, me levanté a las 6am, espere a un compañero de trabajo en mi casa, y salimos al puerto, los dos con la intención de regresar esa misma tarde para estar llegando a la ciudad mas o menos a las 6pm. Como siempre llevaba conmigo mis útiles laborales y mi glucómetro así como la insulina Cristalina (en esa época no había humalog), todo en un maletín (portafolio).
Nos fuimos oyendo música en el carro y conversando con mi amigo, y mas o menos después de hora y media de trayecto, casi llegando al puerto, vimos como salían de la montaña a nuestra derecha, unas personas corriendo, vestidos de militares como pidiendo ayuda, fue una sorpresa para nosotros, y lo único que atinamos a hacer fue agacharnos dentro del carro y acelerar, finalmente nada pasó. Al llegar al puerto, llamé a mi padre y le comenté lo sucedido, a él no le gusto el asunto y me recomendó salir mas temprano de regreso, “ por si las moscas…” pues axial lo hicimos.
Laboramos normalmente hasta la 1pm, e inmediatamente cogimos carretera y almorzamos en un restaurante a la orilla del camino. Cuando veníamos pasando por el lugar donde habíamos visto a los “soldados” esa mañana, mi amigo y yo, a manera de chiste veníamos diciendo: “ míralos ahí están….jajajajaj” etc. etc. “ por donde fue que salieron exactamente, sería por aquí, por allá” me acuerdo que veníamos oyendo aquella canción de Joan Manuel Serrat que dice "CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR", cuando súbitamente, nos topamos con los mismos soldados en la carretera quienes nos hicieron señal de parar, era un retén……
-¿Quién es el dueño del carro?- preguntaron, obviamente respondí: Yo. Me dijeron: Entonces suba por esa carreterita hacia la izquierda, esto es un secuestro. Yo les dije , pero señores soy diabético y no traje la insulina NPH de la noche, me dijeron eso no importa, allá en el campamento tenemos de todo, hasta médicos……Me toco caminar delante de 8 guerrilleros de las FARC fuertemente armados durante 6 horas , con un solo descanso a la mitad del camino, me cheque el azúcar en ese momento y la tenia en 52 mg/dL, me entró un ataque de pánico porque no tenía dulce, sin embargo ellos me dieron una mandarina y con eso medio subí un poco el azúcar para seguir caminando.
Cuando llegamos al campamento, 6 o 7 horas mas tarde, me dijeron, descanse….me quedé dormido en una hamaca, al filo de un precipicio con una carpita pequeña que me protegía de la lluvia. Dos horas más tarde, bajó un guerrillero que se presentó como el comandante y me dijo: Esto es un secuestro económico, si su familia paga sale con vida, por favor llame a su casa (desde mi celular que me lo habían retenido ellos). Le dije que tenia diabetes que necesitaba medicamento, lancetas, tiras reactivas, etc..., y me dijo que se las pidiera a mi familia, que ellos al día siguiente la recogían, y así fue. Llamé dije que era un secuestro, ellos ya sabían porque mi amigo se había regresado en mi carro y había llevado la mala nueva a mi familia.
Ante la incertidumbre de la falta de insulina y tiras reactivas decidí, la noche del secuestro, ahorrar tiras y utilizar poca insulina ya que no sabía hasta cuando tendría que esperar. Gracias a Dios al otro día al atardecer, ya tenia un maletín lleno de lo necesario para el manejo de mi enfermedad, que había enviado mi familia a los guerrilleros, no sé como, porque no me enteraba de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Me preocupaban 3 cosas básicamente en ese momento: una hipoglicemia, perder la vida y un ataque del ejercito para tratar de rescatarme.
En el mes que estuve secuestrado, prácticamente inmóvil, lo pase acostado en una hamaca las 24 horas del día, sin recibir la luz del sol, comiendo 2 y algunas pocas veces 3 veces al día, comida de guerrillero: arroz con todo, yo la llamaba la dieta del arroz, con lentejas, con sardinas, con frijoles, etc. etc. Al final ya me gustaba el sabor quemado del arroz en estufa de petróleo y el tinto en la mañana me encantaba, era verdadero tinto colombiano, sin azúcar obviamente…me dieron unas 4 hipoglucemias en la madrugada, tipo 3 o 4 am, las cuales combatía con unas “ cocadas” que había comprado en el camino y que tenia en mi maletín…el glucómetro que llevaba se convirtió en mi mejor amigo, junto con el radio transistor que me enviaron con la insulina (que por fortuna soportó las altas temperaturas del ambiente) y las demás cosas, el glucómetro me servia de reloj, de espejo y de confidente, le hablaba todo el día contándole lo que sentía a cada momento, no se que hubiera hecho sin mi glucómetro…..
Los guerrilleros se portaron en general de manera amable, si se puede decir, que el hecho que lo retengan a uno en contra de su voluntad pueda tener algo de amable, pero el trato era cordial, muy poco hablaban, solo se limitaban a lo necesario. Finalmente, un DIA cualquiera, más o menos un mes después, me levantaron a las 5am y me dijeron: alístese que nos vamos, su familia pago, y así fue, salí de aquella selva, con mi maletín de trabajo y mi glucómetro..."
Gracias "Joaquin" por tu historia...