En algunos lugares públicos, hacer fila (serie de personas, una tras otra, formando una "línea") es un requisito si se pretende tener acceso a los servicios que ofrece el establecimiento y muchas veces se tornan eternas al punto de un colapso nervioso, y es allí donde la calma se convierte en agresiones verbales contra cualquiera que quiera "colarse" en la extensa fila o contra aquellos detrás del mostrador.
Y no podemos simplemente abandonar la fila y menos si es obligatorio para realizar nuestras diligencias, como el pago de servicios públicos (preciso en el último día de pago), realizar una transacción en un banco, reclamar los medicamentos en la EPS (Entidad Promotora de Salud), expedir la nueva cédula en las registradurias (la antiguas no tendrán validez para el año 2010), retirar el vehículo de los patios (allí son llevados los carros inmovilizados por infringir alguna norma de transito), asistir a las entidades distritales para asesorías, quejas o reclamos, comprar el tiquete para ingresar al Transmilenio (Sistema de transporte público masivo de Bogotá) y más agotador si necesitamos una urgencia médica y el recinto esta lleno de enfermos esperando a ser llamados, y no continuo porque la fila digo lista es interminable.
Y para embolatar un poco la paciencia de los clientes, algunos usan un sistema de turnos, que consiste en "tomar su turno" del dispensador y esperar que su número asignado aparezca en el tablero electrónico, pero la desilusión comienza cuando el número que le corresponde es 80 cuando apenas estan atendiendo al número 11, así que mientras tanto se puede acomodar en una silla incómoda y ver un poco de televisión (sólo ver, porque no se escucha nada), o tal vez prefiera salir y adelantar otra diligencia o comer algo, y cuando regrese los números rojos brillantes marcan 85 y Ud. haya perdido su turno.
Aunque hay personas privilegiadas que no deben someterse a este masoquismo; tal es el caso de los adultos mayores (ancianos), mujeres embarazadas o con niños menores y discapacitados, ya que se inventaron una fila denominada preferencial que se supone reduce considerablemente el tiempo de espera a este grupo específico; pero como no todo lo que brilla es oro, también resultan demoradas, personas sin escrúpulos intentan suplantar este grupo especial o simplemente es escaso encontrar este servicio.
Pero si de filas especiales se trata, los diabéticos deberíamos pertenecer al grupo preferencial, así no perderíamos el turno por salir a comer algo para evitar una hipoglicemia o no someteríamos nuestros pies a permanecer varias horas de pie y lastimarlos si no usamos el calzado adecuado o no saltaríamos la hora de comida por cumplir la diligencia.
Claro que tendríamos que llevar un distintivo que nos identifique como tales para no ser suplantados por los "vivos" que quieran evitar las largas filas.