Querido Papá Noel:
Espero guardes las cartas que te he enviado a lo largo de estos años. Aunque
agradezco los regalos que me has traído, algunos llegaron incompletos o no
llegaron.
Uno de ellos fue que curaras la ignorancia de todos aquellos que nos
discriminan, pero todavía te quedan muchos por sanar. Sé que es una tarea
difícil por lo que esperaré el tiempo que sea necesario para lograrlo.
Otra fue que dejaras debajo del arbolito de cada persona con diabetes mucho
positivismo, pero parece que muchas no han destapado su regalo. ¿Podrías
ponerle un envoltorio más llamativo? Tal vez algunos no lo vieron y seguro lo necesitan.
Este año te escribo con otro pedido muy especial y no es para mí ni para
mis amiguitos diabéticos. Es un regalo para nuestras familias, amigos y todos
que nos quieren y se preocupan por nuestra salud.
Aunque nos apoyan y celebran las buenas glucemias que tenemos, o los
resultados de hemoglobina glicosilada y cada logro, es evidente que sufren por
nuestra condición.
Cada inyección les provoca un punzón en el alma, cada hipoglucemia les
tumban los ánimos, cada hiperglucemia maximiza sus pensamientos acerca de las complicaciones,
con cada porción de comida se preguntan si será mucho o poco, cada noticia sobre
una cura les potencian las esperanzas y en cada rezo nuestros nombres son los protagonistas.
Todos estos sentimientos los agradecemos de corazón. Su apoyo es fundamental y nos motivan a
seguir adelante, pero quisiera que les trajeras - a nombre de cada uno de mis
amiguitos diabéticos y mío - mucha tranquilidad, paciencia, y los ilumines para que puedan ver que cuando nos inyectamos nos llenamos de vida, cuando caemos con una hipoglucemia
nos levantamos más fuertes, cada hiperglucemia nos enseña, y hacemos todo lo posible
por mantenernos saludables para cuando llegue la cura.
A todas esas madres, padres, hermanos, hijos, parejas, amigos… gracias por
estar!
¡Feliz navidad y un año nuevo lleno de positivismo y salud!
¡Nos seguimos viendo este 2014!!
